¿Qué pasa si no quiero o no puedo dar el pecho a mi bebé?
Si estás teniendo problemas con la lactancia materna, es probable que te plantees la decisión de no dar el pecho más a tu bebé y pasarte a la lactancia artificial. Hablamos mucho de los beneficios de la lactancia materna para los bebés, hasta el punto de que, aquellas mamás que eligen no dar el pecho, bien porque no pueden o bien porque no quieren, pueden llegar a sentirse culpables y a no disfrutar de la experiencia de alimentar a sus bebés.
Son muchas las razones de por qué hay madres que no pueden amamantar o eligen no dar el pecho a su bebé. Entre las más habituales, figuran la falta de ayuda, las informaciones confusas y contradictorias al respecto y la inexperiencia. Estas son algunas de las motivaciones de cuándo no amamantar al bebé más comunes:
Problemas de salud: Tanto la mamá como el bebé pueden sufrir alguna enfermedad crónica o afección de otro tipo que hace que la lactancia materna sea complicada o incluso imposible. La mastitis en la lactancia, algunos tratamientos médicos, si el bebé sufre una grave congestión nasal o malestar en la boca o la garganta, son razones por las que dar el pecho puede ser todo un reto.
Agalactia o baja producción de leche: Cuando la mamá tiene la impresión de que el bebé no se sacia con el pecho, y cree que no está produciendo leche suficiente, la frustración, la ansiedad y la culpa harán que dar el pecho se convierta en una mala experiencia.
Mala conciliación: Muchas mamás tienen que recurrir a la lactancia diferida o lactancia mixta para poder reincorporarse a su trabajo. Las complicaciones para extraer la leche materna y conservarla, pueden propiciar que se opte por la leche de fórmula enteramente y se renuncie a dar el pecho por completo.
El bebé no se agarra bien: La idea de que los bebés saben amamantarse de forma instintiva está muy extendida pero no es real. Algunos bebés pueden tener problemas para agarrarse al pecho o presentar una succión muy débil con la que no consiguen extraer el alimento. Esto puede llevar a que se produzcan grietas en el pezón, u otras heridas que hacen la lactancia muy dolorosa y que requieren uso de una crema para pezón durante una temporada.
El bebé no quiere pecho: Algunos bebés prefieren el pecho y otros se encuentran más cómodos tomando biberones. También es posible que el bebé esté rechazando el pecho por algún motivo concreto, como una afección o enfermedad que le causa molestias o le hace perder el apetito.
Depresión postparto: Si bien uno de los beneficios de dar el pecho es que reduce el riesgo de depresión postparto, en ocasiones esta afección no permite a la madre optar por la lactancia materna exclusiva, porque le causa malestar y desconexión de su bebé. Esto puede provocar que llegues a pensar “no puedo más con la lactancia materna”.
Decisión personal: ¿Qué pasa si no quiero dar el pecho? Hay ocasiones en las que no hay más motivo para no dar el pecho que, simplemente, que no lo desees. Si te resulta incómodo, agobiante o incompatible con tu forma de vida. Algunas mujeres piensan “no quiero dar el pecho a mi segundo hijo” porque han tenido malas experiencias previas y no quieren arriesgarse a repetirlas, y están en todo su derecho de elegir no dar el pecho al bebé.
¿Pasa algo por no dar el pecho a tu bebé?
Es cierto que la leche de fórmula, aunque es muy similar, no es igual a la leche materna. Pero la leche artificial sigue conteniendo todos los nutrientes básicos que necesita tu bebé para desarrollarse y crecer sano y feliz.
Si has elegido no dar el pecho, estos son algunos factores que debes tener en cuenta:
No hay que sentirse culpable por no dar el pecho.
''No he podido dar el pecho a mi hijo porque no tenía leche, lo cual me ha dolido y ha despertado en mí un sentimiento de culpabilidad. ¿Por qué nadie dice que no se debe culpar a las madres que no pueden dar el pecho?''
En muchos casos, cuando una mujer deja de dar el pecho a su pequeño, el problema estriba en la falta de información correcta y de ayuda competente, y no a una agalactia o falta de leche, que suele ser muy rara. Lo peor, sin embargo, es que la mujer acaba considerándose culpable, porque «siente» vagamente que algo no ha funcionado y, al no saber demasiado bien a quién atribuir la responsabilidad, se culpa a sí misma. Y esto se debe, principalmente, a la falta de una información eficiente.
En el pasado, la situación era muy distinta, pues, al entrar en la edad fértil, las mujeres ya habían tenido la oportunidad de ver cómo otras madres cuidaban a niños de todas las edades. En el contexto de una familia «amplia», se podía contar con el ejemplo para aprender el oficio de madre. Sin embargo, hoy en día, las madres procuran obtener información a través de los cursos de educación maternal, revistas y libros, cuyos mensajes, con frecuencia, no son unívocos y aumentan sus dudas.
A veces, las madres primerizas se sienten desatendidas.
''Cuando me dieron el alta, me dijeron que enseguida se produciría la subida de la leche. Sin embargo, ya en casa, el niño lloraba, y siguió haciéndolo al día siguiente, por lo que volví al hospital, donde internaron al niño porque estaba deshidratado. ¿Por qué nadie controla y ayuda a las madres primerizas? ¿No se les podría indicar una fórmula para complementar la materna durante los primeros días?''
Antes de recibir el alta, todas las madres deberían obtener las informaciones necesarias para evaluar si se está produciendo la subida de la leche y si el niño está en perfectas condiciones mientras la espera.
En la mayoría de los casos, la subida de la leche se produce dentro de la primera semana de vida del pequeño. No obstante, algunas veces, también puede producirse más tarde, incluso de 10 a 12 días después. También hay algunas situaciones que pueden precisar controles más exhaustivos. Hay niños a quienes les cuesta tomar el pecho debido a problemas de relación o a motivos mecánicos, como dificultad de coordinación al succionar. Otro ejemplo lo ofrecen los pequeños con reflujo gastroesofágico, que advierten malestar tras las tetadas. Frente a todas estas dificultades, hay que intentar identificar y enfrentarse a los verdaderos problemas y, después, decidirse por la leche de fórmula o el pecho.
Es tu elección y la de nadie más
Al final, elegir no dar el pecho es algo que solo te concierne a ti. Tus razones son tuyas y no tienes que escuchar a nadie que intente convencerte de lo contrario, que trate de usar el chantaje emocional o de hacerte sentir culpable.
Es preferible alimentar a tu bebé con leche artificial pero hacerlo a gusto y cómodamente, disfrutando del momento y conectándote con él, que ofrecer el pecho sintiéndote a disgusto y por obligación. Lo único que se logra es que la mamá sienta resentimiento y, además, culpa por albergar estos sentimientos y por creer que está fallando en la parte más “básica” de ser madre.
Fuentes:
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